En
la vida diaria de cualquier país existen millones de
consumidores que toman sus decisiones de compra, y numerosas
empresas que desarrollan su actividad tomando decisiones sobre
la producción y distribución de bienes y servicios; todo ello
enmarcado en la actuación del sector público que, con sus
propias decisiones, condiciona la conducta de los consumidores y
las empresas.
Para poder
desarrollar su función, los agentes económicos se necesitan
mutuamente, por lo que deberán establecer relaciones entre
ellos.
Las
relaciones entre economías domésticas y empresas
Consideremos
en primer lugar el caso más simple, el de una economía cerrada
en la que no existe sector público y, por tanto, sólo
participan los dos agentes privados: las familias y las
empresas.
El sistema económico en el que
vivimos se basa en la propiedad privada de los factores
productivos, que pertenecen a las familias. No todas las
familias tienen posesiones como terrenos, locales, pisos o
dinero; de hecho sólo una minoría, las más ricas, tienen
propiedades de este tipo. Pero todas las personas disponen de un
factor productivo que pueden vender: su propia fuerza de
trabajo.
Por
otra parte, las empresas, para producir bienes y servicios,
necesitan disponer de esos factores productivos, o inputs,
que poseen las economías domésticas: tierra, trabajo y
capital. Surge entonces la primera
relación
entre los dos agentes, que implica un doble flujo como resultado
del intercambio entre ambos:
Las familias
venden
o contratan sus recursos
productivos a
las empresas
y reciben
a cambio una remuneración o renta,
en forma de alquileres, salarios, intereses y beneficios. Este
intercambio se realiza mediante el mercado
de factores productivos,
que recoge un flujo
físico o real
(entrega de tierra, trabajo y capital) y un flujo
monetario
(remuneración de los factores).
Lo que se
llama "mercado
de factores"
en realidad son varios mercados diferentes, en los que se
intercambia cada factor concreto. Por ejemplo, el mercado
laboral
para el factor trabajo, el inmobiliario
para terrenos, pisos o locales, el mercado financiero
para el dinero, el de bienes para la maquinaria, etc. Las
empresas, a través de estos mercados, se ponen en contacto con
las economías domésticas y pactan una renta por la
contratación del factor del que se trate. Así, una
renta es un cobro periódico
por la contratación de un recurso productivo.
La
renta
que produce cada uno de los factores recibe un nombre distinto:
los alquileres
son la renta de los terrenos y bienes inmuebles, el salario es
la renta o remuneración del trabajo, los intereses
la renta del dinero depositado en una cuenta bancaria, y
los beneficios
la renta de las inversiones
Una
vez que los factores productivos están en manos de las
empresas,
éstas los
transforman en bienes y servicios
que las economías domésticas compran con el dinero obtenido
por la venta de sus recursos. Aparece así la segunda
relación
entre los dos agentes, que nuevamente implica un intercambio y,
consecuentemente, un doble flujo:
Las empresas
llevan su producción al mercado
de bienes y servicios,
estableciendo un flujo
real,
y las familias acuden a comprarlos a cambio de un precio, que da
lugar a un flujo
monetario.
El
siguiente esquema,
denominado Flujo
Circular de la Renta
(o de la actividad económica),
representa estos intercambios realizados entre las familias y
las empresas. La línea continua roja representa los flujos
reales, mientras que la discontinua azul se refiere a los flujos
monetarios.
Observa
que todo intercambio,
como su propio nombre indica, supone una
prestación y una contraprestación,
un dar y un tomar... en los mercados se realizan intercambios de
bienes, servicios o factores productivos a cambio de una
cantidad de dinero, por lo que siempre habrá un doble flujo. La
mayoría de las veces uno de esos flujos será real y el otro
monetario, aunque en ocasiones los dos flujos pueden ser
monetarios: es el caso del mercado financiero, en el que se
intercambia dinero por dinero.
El
sector público en el Flujo Circular de la Renta
El
mismo Flujo Circular de la Renta o de la actividad económica se
amplía si se añade el tercer agente económico
de una economía cerrada, el sector público. La actividad de
éste es más compleja, ya que mantiene relaciones con los
dos agentes anteriores, familias y empresas, e interviene en
los mercados de factores y de bienes y servicios.
El
sector público y las economías domésticas
Entre
ambos agentes se establece un doble flujo monetario: las
familias deben realizar pagos al sector público (impuestos,
tasas, etc.), y éste a su vez efectúa transferencias a las
primeras (pensiones, becas, subsidios de desempleo, etc.).
Se
denomina transferencia al pago que realiza un
agente económico a otro sin contraprestación, sin
recibir nada a cambio. Generalmente es el sector público el que
realiza este tipo de operaciones, por ejemplo cuando concede una
beca de estudios.
El
sector público y las empresas
También
en este caso existe un doble fllujo monetario: las empresas
pagan impuestos al sector público y éste a cambio concede
subvenciones a las empresas que considera más
necesitadas.
En definitiva, el sector público
obtiene la mayor parte de sus ingresos de las familias y de las
empresas mediante los impuestos y otras cargas fiscales. Una
parte de estos ingresos públicos revierte en algunas economías
domésticas y empresas a través de las transferencias y las
subvenciones. En este intercambio se plasma la función
redistributiva de la renta por parte del sector público,
como se señaló en el apartado anterior: si los que más
tienen pagan más impuestos, y los más necesitados
reciben mayores transferencias y subvenciones, se habrá
cumplido en mayor o menor medida con esta importante función
estatal.
La
participación del sector público en los mercados
Además
de sus relaciones con los otros dos agentes, el sector público
participa en los mercados, comprando y vendiendo tanto
factores productivos como bienes y servicios.
En
el mercado de factores interviene como comprador
(de recursos naturales, trabajo y capital) y como vendedor,
ya que una parte de esos factores son de propiedad pública. Y
lo mismo ocurre en el mercado de bienes y servicios, en
el que vende la producción que obtienen las empresas
públicas y compra lo necesario para desarrollar su
actividad. De esta forma en ambos mercados se establece un doble
flujo físico y otro monetario.
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